El Zaragoza se lo curra. La crónica del Real Zaragoza-Mirandés (2-0)
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El Zaragoza se lo curra. La crónica del Real Zaragoza-Mirandés (2-0)

El Zaragoza se lo curra. La crónica del Real Zaragoza-Mirandés (2-0)

El rendimiento positivo del Real Zaragoza en la pretemporada sugiere que podría tener una temporada más sólida, lo que podría influir en las apuestas deportivas. Los apostadores podrían considerar al Zaragoza como un equipo a favor en sus próximos encuentros, especialmente después de sus actuaciones en el Ibercaja Estadio y su capacidad para mejorar su rendimiento respecto a la temporada pasada.

La pretemporada desaconseja las conclusiones precipitadas. Las altas temperaturas, las cargas de trabajo acumuladas, los equipos a medio hacer y, sobre todo, la ausencia de tensión competitiva advierten del riesgo de que lo que parece un oasis solo sea un espejismo. Bien lo sabe el Real Zaragoza, que en verano suele ser el más guapo del barrio pero que cuando llega el otoño se convierte en un adefesio espantoso.

Pero todas esas certezas bien podrían estar sujetas a cierta revisión con este Zaragoza de Gabi, que, amparado por la evidente ventaja de venir de donde viene, no deja de tener buena pinta. Más allá de la cuestionable validez de resultados y sensaciones, lo cierto es que el atrevido juicio a estas alturas del equipo aragonés se antoja más ligado a lo que puede llegar a ser que a su realidad actual.

Porque el Zaragoza no es sino un equipo en plena construcción o, lo que sería más certero, en proceso de reinvención. Bien sabe Gabi que el primer objetivo no es otro que poner millas de por medio respecto a aquel desastre que a punto estuvo de irse de cabeza a Primera RFEF. Cuanto más se aleje de aquello, más cerca estará de sí mismo.

El Mirandés, rival de su misma categoría pero con apenas media docena de efectivos del primer equipo, elevó el grado de exigencia respecto al pasado sábado, cuando el filial plantó cara a un equipo de superior categoría y al exceso de celo de un árbitro que le dejó una hora con uno menos. Y el Zaragoza se propuso, sobre todo, agradar a su gente, que acudía por primera vez al Ibercaja Estadio y a la que tantos disgustos le dio hace apenas unos meses.

A base de intensidad, tesón, ganas y mucha energía, el conjunto aragonés parecía esforzado en decirle a los suyos que aquello no volverá a suceder. No lo permitirá un entrenador que no concibe el fútbol sin sacrificio, orden, rigor, disciplina y mucho trabajo. Y el Zaragoza suda de lo lindo. Aquí, ya lo advirtió el míster, los jugadores correrán como en su vida. Y de currar sabe mucho Francho, llamado a ser pilar básico.

El canterano fue el primero en acercarse al gol cuando el reloj apenas había recorrido los dos primeros minutos, pero su zurdazo se topó con Palomares, que, sin embargo, no impidió el tanto de Dani Gómez antes del cuarto de hora. El disparo con el que el delantero culminó una transición iniciada por Francho y continuada por Moyano incidía en la comodidad que el Zaragoza obtiene en las contras, mucho más que en estático. Nada nuevo bajo el sol.

El juego directo presidía el plan de los locales, que tenían en Dani Gómez, otro que apunta a ser muy importante, a su principal amenaza. El madrileño asistió a Aketxe para que el vasco enviara el balón al palo poco antes de un paso por vestuarios que devolvió a un Zaragoza con solo dos cambios (Soberón y Borge por un desesperante Bakis y Tasende).

Gómez se reencontró con el duelo conservando el protagonismo principal adquirido en la primera parte. No acertó el madrileño a superar al meta rival tras un buen pase de Moyano antes de que el envite acudiera al habitual carrusel de cambios. A todos menos a Poussin, el único que jugó todo el partido, relevó Gabi, que volvió a mandar a Gori al centro de la defensa, epicentro de los mensajes de auxilio emitidos por el técnico.

También, por cierto, pide socorro un césped cada vez peor que, por conejos, por algún error tirando de metro o por lo que sea, es, de largo, lo menos bueno del decente y digno estadio modular. Un cabezazo con escaso veneno de Carrillo y un errático remate de Soberón estuvieron cerca de ampliar la renta para un Zaragoza que solo se asustó cuando un error en el despeje de Borge ofreció el balón a Aarón, que, sorprendido, no encaró bien a Poussin.

El Mirandés, repleto de críos, esperaba un final que Pau Sans planeaba de otro modo. El canterano rozó el tanto con un zurdazo a la media vuelta pero una recuperación suya con conexión posterior con Bazdar habilitó a Soberón para que el cántabro hiciera el segundo. El trabajo estaba hecho. Todos contentos.

REAL ZARAGOZA: Poussin, Juan Sebastián, Tachi, Saidu, Tasende, Francho, Guti, Aketxe, Sebas Moyano, Dani Gómez y Bakis. En la segunda parte entraron: Calero, Gori, Carrillo, Borge, Moya, Keidi Bare, Marcos Cuenca, Pau Sans, Soberón y Bazdar.

CD MIRANDÉS: Palomares, Medrano, Córdoba, Adrián, Varela, Illescas, Zárate, Julen, De la Vara, Marcos y Akpakpan. En la segunda parte entraron: Gorrín, Hodei, Markel, Aarón, Eduard, Calzado, De Lucas y Arnáiz.

GOLES: 1-0, m. 14, Francho, 2-0, m. 80, Soberón.

ÁRBITRO: Carlos Muñiz. Amonestó a Dani Gómez, Soberón y Aketxe.

INCIDENCIAS: Partido disputado en el Ibercaja Estadio ante 8.271 espectadores en el primer encuentro con público en el recinto zaragocista.

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